El Trabuco

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¡Hipócritas!

Dicen los bien enterados que la carta escrita y enviada por la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde Luján, a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para que informen sobre el cumplimiento al artículo 127 constitucional que prohíbe recibir mayor remuneración que el presidente, es un acto de supina ignorancia y de descarada hipocresía del gobierno de Andrés Manuel López Obrador; que si tanto le preocupa al tabasqueño la inviolabilidad a la Constitución, una sola de sus palabras bastaría para detener la olimpiada de violaciones a la norma fundamental y a las leyes electorales que con descaro comenten a diario sus corcholatas en su recorrido proselitista por todo el país. Por eso, le viene como anillo al dedo el pasaje escrito en Mateo 7:1-6 (RVC): “¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”.

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La violentadora y el relámpago

¡Vaya que en el Congreso del Estado pasan cosas que en cualquier otra parte causarían indignación! Muy poco tiempo tardó la bancada de Morena en descubrir la supuesta mala fe de la titular de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, Elizabeth Lara, electa hace tres meses (el 29 de marzo) con 35 votos a favor y cero en contra. Resulta que la Ombudsperson cual señora de horca y cuchillo decidió aprovechar que los contratos de alrededor de 15 trabajadores finalizaban el 30 de junio para darles aire. De nada sirvieron las protestas de los trabajadores despedidos, como de nada servirán los lamentos del diputado César Mateos Benítez, quien de “Rayo Legislativo” terminó convertido en un “triste relámpago”.

Ciudad de los muertos

Donde no cesa la cosecha de los muertos es en Juchitán de Zaragoza, la demarcación se ha convertido en un pueblo sin ley, donde impunemente se vive y también se mata. En vano —acusan sus habitantes— el gobierno municipal de Miguel Sánchez Altamirano, suplente del edil morenista con licencia Emilio Montero Pérez, implementa operativos, pues las ejecuciones, asaltos a negocio y robos a mano armada no paran. Con todo, la gente apuesta más al ojo por ojo y diente por diente. ¡Cuidado! No vaya a ser que de tanto rencor el pueblo entero termine, si no muerto, ciego o chimuelo.

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